Al igual que la nutrición, el hidratarse correctamente es importante para el rendimiento en el ejercicio. Cuando perdemos entorno al 2% de nuestro peso corporal por deshidratación, nuestro rendimiento se ve muy perjudicado, por lo que hidratarse antes, durante y después del ejercicio de la manera adecuada será crucial para evitarlo. Estoa ayudará a evitar sufrir lesiones deportivas
Durante el ejercicio eliminamos parte del calor metabólico en forma de sudor, de manera que somos capaces de regular nuestra temperatura, pero lo cierto es que el ritmo de sudoración varía mucho entre individuos y depende de muchos factores como la temperatura ambiente, la ropa o la intensidad del ejercicio.
Cómo hidratarse para mejorar el rendimiento
Si quieres evitar que tu rendimiento disminuya, aplica los siguientes consejos de cómo hidratarte antes, durante y después del ejercicio:
¿Cómo hidratarse antes de entrenar?
Empieza el ejercicio correctamente hidratado. Para ello el color de tu orina debe tender a ser clarito. A modo orientativo, aunque dependerá de tu composición corporal y de tu ritmo de sudoración, se puede tomar unos 450-500 ml 2 horas antes de la competición o el entreno.
¿Cuánto debo beber durante el ejercicio?
Durante el ejercicio, ¿Eres de los que espera a tener sed para beber? Las ganas de beber pueden no ser evidentes hasta que el grado de deshidratación sea ya considerable, por tanto, no esperes a tener sed para beber. Si el ejercicio no dura más de 1 hora, bastará con que te hidrates con agua, ¿Cuánta cantidad? Dependerá de tu ritmo de sudoración, pero al menos lo que no te haga perder un 2% de tu peso corporal. Para saberlo, pésate antes y después de un entrenamiento, y si has perdido más de ese 2% intenta hidratarte con mayor cantidad de líquidos durante el entrenamiento. A modo general, se recomienda beber pequeños sorbos en intervalos de 15 minutos (Si el deporte lo permite).
¿Cómo hidratarse después de entrenar?
Después del ejercicio, la reposición de líquidos es crucial para la recuperación. Lo ideal es tomar 1,5 litros por kg de peso corporal perdido, pero acompañarlo con algún alimento que contenga algo de sodio (puede ser por ejemplo un sándwich) facilita la retención de líquido y ayuda a rehidratarse mejor.